Jun.07.2021

España, ante el reto de construir de forma más eficiente

En la construcción industrializada las piezas se construyen en una fábrica y se ensamblan en la obra. Pese a sus ventajas, solo representa el 1% de la construcción en España, a diferencia de otros países europeos donde alcanza el 50%.

La contaminación se posiciona cada vez más como un enemigo a batir. La Unión Europea y los países miembros ya tienen entre manos planes ambiciosos para conseguir la neutralidad de carbono en 2050. Y los edificios juegan un papel relevante en este camino, ya que son responsables del 40% del consumo de energía y del 30% de las emisiones de gases de efecto invernadero del planeta, según Greenward Partners. Los pasos son firmes. Durante 2020, el sello Breeam —estándar internacional de construcción sostenible— certificó la sostenibilidad de 270 edificios en España, un 20% más que en 2019. Pero hay otro factor que también contribuye a estas emisiones y que en muchas ocasiones ha quedado relegado a un segundo plano: la construcción del propio edificio.

Todos conocemos la foto del método tradicional de construir edificios: andamios, grúas y obreros con chalecos amarillos colocando ladrillos. ¿Qué impacto genera? Desde la contaminación acústica o la emisión de partículas (procedentes, por ejemplo, de las excavaciones) hasta gases contaminantes (vehículos, uso de disolventes…), consumo de energía, agua o generación de residuos que provocan la contaminación de suelos y acuíferos, así como el deterioro paisajístico. Según datos de Eurostat, de los 2.500 millones de toneladas de residuos que se produjeron en la Unión Europea en 2016, algo más del 36% fue fruto del sector de la construcción.

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